Erigida en el emplazamiento de una antigua fortaleza, de la que se tiene constancia desde finales del siglo XIII, estaba entonces habitada por unas 500 personas. En 1390 fue ocupada por los Raspanti Perugini y en 1501 dependía de Porta Eburnea (o Arco della Mandorla, condado de Perugia). En el siglo XIX, pasó a manos de Lemmo Rossi Scotti, conde de Montepetriolo, uno de los más grandes pintores de batallas del siglo XIX, a quien se debe la transformación en complejo residencial durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando también se construyó la monumental "Limonaia", de estilo neogótico identificable en las superposiciones, en las numerosas almenas que adornan el complejo y en el paisajismo del parque.
En la segunda mitad del siglo XIX, Bernardino Rossi se casó con Angelica Scotti de Perugia y heredó la finca, añadiendo el apellido de su esposa al suyo. En la sucesión dinástica, la villa fue heredada por Lemmo Rossi Scotti, conde de Monte Petriolo y pintor, que la transformó en una residencia noble. En el siglo pasado, el complejo pertenecía a Tiberio (Bero) Rossi Scotti, animador de la aristocracia peruana, importante terrateniente de la producción de tabaco y autoridad en la gestión de ferias y mercados agrícolas.
Al núcleo original, dispuesto en forma de U en torno a un patio, se le añadieron numerosos edificios en distintas épocas, lo que dio lugar a un trazado desigual y compuesto que resulta de la marcada configuración de la residencia aristocrática en forma de castillo, inspirada estilísticamente en el estilo neogótico, y del primitivo trazado medieval del resto del pueblo, que no está exento de estructuras rurales superpuestas pertenecientes a las actividades agrícolas/ganaderas desarrolladas por los condes Rossi Scotti. El complejo está rodeado, en sus aproximadamente 20 hectáreas, por 600 olivos y un impresionante parque, plantado a finales del siglo XIX. Con un trazado paisajístico inglés, el parque está atravesado por larguísimas avenidas y cubre toda la ladera hasta la entrada del valle, protegido por una imponente torre en forma de castillo y por un robledal de extraordinaria importancia.
En el interior hay varios tipos de árboles pero sobre todo elementos para admirar como las cuencas y estanques por donde fluía originalmente el canal del "imbarcadero", que se originaba bajo la plaza frente a la villa de los Condes, así como la monumental "limonaia", construida a finales del siglo XIX y luego rediseñada en la primera década del siglo XX y hoy sede de nuestro restaurante "Rura". Tras la muerte del conde Tiberio y el traslado de su esposa a Perugia, el complejo, aunque cambió de manos dos veces, quedó en un estado de extrema decadencia durante al menos veinte años.
El concepto aplicable al complejo para la restauración se basó en el principio de la ineludible recomposición de un conjunto que, aunque variado por la diversidad de las estructuras existentes, debía merecer una conjugación de los mejores valores residuales que habían sobrevivido al abandono con las expectativas de un alto objetivo de confort y funcionalidad acorde con una estructura de valor, con un mobiliario capaz de combinar el estilo moderno y funcional con la magia de una estancia antigua y la singularidad histórica de la estructura.
